Me ha encantado lo plagado de referencias que está este artículo, lo rico que lo hace. Y el mensaje, desde luego.
Mi pareja y yo tenemos una vida atípica y privilegiada en el sentido de que estamos siempre rodeados de gente, y gente que nos reta, aunque sea de nuestra misma idiosincrasia. Viajamos trabajando como voluntarios en ecoaldeas, comunidades intencionales y regenerativas, y estamos constantemente encontrándonos con gente nueva de todo tipo. Aunque nos consideramos bastante abiertos, las expectativas y prejuicios siempre hacen acto de aparición. Una y otra vez caen cuando tenemos la oportunidad de pasar tiempo y de realmente desplegar la curiosidad y la posibilidad de no saber qué hay detrás del otro.
Dice Charles Eisenstein que si realmente comprendemos al otro en su totalidad no podemos sino asentir a quien es y lo que hace. Que el juicio se anula cuando hay comprensión. Pero claro, para haber comprensión primero tiene que haber acercamiento, la humildad de decir que en realidad no sabemos nada del otro, y eso cuesta. Las proyecciones se acumulan detrás de nuestros ojos.
Gracias por esta carta tan sentida y tan cabal. Un abrazo! M. 💜
Gracias por compartir este fragmento de vuestra vida nómada y abierta. Me alegra saber que este texto tocó algo en vosotros y con vuestra forma tan peculiar de habitar el mundo. Vuestra experiencia confirma algo que siento profundamente: que incluso rodeados de diversidad, de estímulos, de nuevos rostros, el ego no desaparece; muta, se disfraza, reaparece. Por eso es tan valiosa esa práctica constante de suspender el juicio, de habitar el no saber, de permitir que el otro nos sorprenda sin intentar encasillarlo desde el inicio.
El gesto de comprender, como dice Eisenstein, implica ese trabajo silencioso de vaciarse un poco para poder ver. Y ese vaciamiento no siempre es cómodo. Pero quizá ahí —en esa incomodidad fértil— empieza la verdadera curiosidad.
Gracias de nuevo por tu lectura y por la honestidad de tu respuesta. Un abrazo.
Claro, vayas donde vayas estás contigo. Eso es inescapable. Pero al fin y al cabo a eso hemos venido a esta vida, no? A encontrarnos con nosotros mismos en nuestra esencia más pura. Hay que aprovechar cada oportunidad para conectar con ella. Un abrazo, Chus!
Gracias Chus, he disfrutado con la lectura de tú artículo, me ha gustado en especial cuando te refieres al umbral (preciosa palabra) en contraposición del refugio, una metáfora que ilustra muy bien la idea que quieres transmitir . Con compañeras de mi profesión (trabajadora social) y desde una visión de trabajo social crítico, hablamos de la querencia a movernos en las certezas (refugio), cuando la realidad lo que nos muestra son incertidumbres. Un abrazo
Vivir es investigar (sin fin) y el ego es un obstáculo.
Me ha encantado lo plagado de referencias que está este artículo, lo rico que lo hace. Y el mensaje, desde luego.
Mi pareja y yo tenemos una vida atípica y privilegiada en el sentido de que estamos siempre rodeados de gente, y gente que nos reta, aunque sea de nuestra misma idiosincrasia. Viajamos trabajando como voluntarios en ecoaldeas, comunidades intencionales y regenerativas, y estamos constantemente encontrándonos con gente nueva de todo tipo. Aunque nos consideramos bastante abiertos, las expectativas y prejuicios siempre hacen acto de aparición. Una y otra vez caen cuando tenemos la oportunidad de pasar tiempo y de realmente desplegar la curiosidad y la posibilidad de no saber qué hay detrás del otro.
Dice Charles Eisenstein que si realmente comprendemos al otro en su totalidad no podemos sino asentir a quien es y lo que hace. Que el juicio se anula cuando hay comprensión. Pero claro, para haber comprensión primero tiene que haber acercamiento, la humildad de decir que en realidad no sabemos nada del otro, y eso cuesta. Las proyecciones se acumulan detrás de nuestros ojos.
Gracias por esta carta tan sentida y tan cabal. Un abrazo! M. 💜
Gracias por compartir este fragmento de vuestra vida nómada y abierta. Me alegra saber que este texto tocó algo en vosotros y con vuestra forma tan peculiar de habitar el mundo. Vuestra experiencia confirma algo que siento profundamente: que incluso rodeados de diversidad, de estímulos, de nuevos rostros, el ego no desaparece; muta, se disfraza, reaparece. Por eso es tan valiosa esa práctica constante de suspender el juicio, de habitar el no saber, de permitir que el otro nos sorprenda sin intentar encasillarlo desde el inicio.
El gesto de comprender, como dice Eisenstein, implica ese trabajo silencioso de vaciarse un poco para poder ver. Y ese vaciamiento no siempre es cómodo. Pero quizá ahí —en esa incomodidad fértil— empieza la verdadera curiosidad.
Gracias de nuevo por tu lectura y por la honestidad de tu respuesta. Un abrazo.
Claro, vayas donde vayas estás contigo. Eso es inescapable. Pero al fin y al cabo a eso hemos venido a esta vida, no? A encontrarnos con nosotros mismos en nuestra esencia más pura. Hay que aprovechar cada oportunidad para conectar con ella. Un abrazo, Chus!
Gracias Chus, he disfrutado con la lectura de tú artículo, me ha gustado en especial cuando te refieres al umbral (preciosa palabra) en contraposición del refugio, una metáfora que ilustra muy bien la idea que quieres transmitir . Con compañeras de mi profesión (trabajadora social) y desde una visión de trabajo social crítico, hablamos de la querencia a movernos en las certezas (refugio), cuando la realidad lo que nos muestra son incertidumbres. Un abrazo